söndag 28 mars 2010

Arica - Machu Picchu día 2

Nos despertamos tarde esta mañana en el hostal en Arequipa.

Gabriela y yo fuimos otra vez a la plaza para encontrar algo para desayunar.
Estaba casi por llover, era un día todo gris y húmedo.
Las gotas de lluvia todavía se agarraban
en las nubes bajas que cubría la ciudad
pero se notaba que estaban perdiendo su agarro
y pronto caerían hacia el suelo.

Nos sentamos en casi el mismo lugar que la noche anterior
donde habíamos cenado. Ahora veíamos la ciudad
y su centro en luz de día.
Debe haber sido por el atmósfero llovioso
que bañaba la ciudad pero ahora Arequipa
parecía como una ciudad muy gris.
Lindos edificios sí, pero gris.



Pero no me importaba tanto.
Yo estaba con la sol de mi vida a mi lado.
Ella me alimenta con su luz.



Pedimos un rico desayuno en el balcón
en la plaza donde se ubicaba el restaurante.
Nos trajeron una mezcla de cosas ricas,
hubo comida "normal" para desayunar
como huevos, té, café, jugo y pan con mermelada.
Pero también hubo comida típicas de la región,
té de coca, quesillo, carne de llama y "cancha" osea choclo seco.



Nosotros dos caminabamos en el centro
durante un par de horas después de comer
y nos hacíamos los turistas.
Fuimos al mercado central
donde compramos coca para masticar en el viaje,
yo me compré un par de zapatos
aptos para caminar en los cerros
y también nos comprabamos unos abrigos
para mantener el calor arriba en la altura.

La lluvia caía cuando volvimos al hostal.


Nos juntamos con el resto del grupo en el hostal.
Decidimos quedarnos otro día en Arequipa
para ir en un tour al Cañón del Colca.
Admito que yo no tenía muchas ganas
de ir a ese viajecito
y perder un día entero en llegar a Cusco,
pero obviamente
no me arrepiento ahora de haber ido.
Mandamos a dos de los chicos
a comprar los pasajes.

En la tarde también ocurrió la primera
(y la única también)
pelea en el grupo.
Una pelea que llegó a una separación del grupo.
Dos personas decidieron seguir viajando ellos solos,
según ellos porque nosotros demás
los "habiamos ignorado".

Nada serio.
Solo tan ridículo.

Nosotros el resto,
un poco tristes y desepcionados
por la separación de aquellas dos personas,
igual jamás dejamos la idea
de seguir viajando.
Hicimos una pequeña fiesta
en la noche en el hostal para mantener el ánimo.



Yo me dormí temprano aquella noche.
A las 4 de la madrugada
partió el micro
que nos llevó al Cañón del Colca.

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