Con estas simples palabras quisiera declarar mis más profundas condolencias a todos los chilenos por el horrible catástrofe que ha ocurrido en varias partes australes del país que todos tenemos tan querido.
Uno que no sea afectado personalmente nunca llegará a comprender la magnitud de un tal desastre natural que fue aquel que sucedió el Sábado 27 de febrero 2010 a las 03:34. Como un terremoto de este tamaño puede destruir, romper y tirituar una sociedad entera.
Nunca lo comprenderé yo tampoco. Solamente me puedo imaginar como sería.
Por ello, tengo que escribir estas lineas y declarar mis pensamientos a la gente que lean mis palabras.
Para los chilenos afectados personalmente tras la pérdida de familiares, casas, hogares y poseimientos: mis profundas condolencias.
Para las almas de los pobres inocentes chilenos y también extranjeros que no sobrevivieron: Q.E.P.D. Que Diós guarde sus almas.
Para Gabriela: Estoy tan feliz que tú estás bien y que nada te haya ocurrido. Te amo tanto.
Ahora estamos llorando todos por la enorme tragedia. Pero también tengo que decir lo siguiente: Sé que pronto en Chile la gente otra vez se reirá, se preparará los asados otra vez, y pronto se escuchará los bellos tonos de la Cueca en los valles, en los cerros, en las playas y en todos los campos y en todas las ciudades de la Nación Chilena.
Chile es fuerte. Yo sé que Chile pronto se levantará de este desastre natural, diciendo al mundo "Miren, todavía estamos aqui, y seguiremos en el camino hacia el éxito!" Digo como el presidente chileno Salvador Allende en su último discurso en 1973: "Tengo fé en Chile y en su destino."
Tengo tantas ganas de sentarme en el próximo avión hacia Concepción para asistir a la gente y para ayudar a reconstruir al país, las casas y hogares destruidos.
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